El Museo del Prado alberga numerosas representaciones de mujeres poderosas, desde reinas y nobles hasta figuras mitológicas y religiosas. A través de obras maestras de artistas como Velázquez, Rubens o Goya, podemos descubrir cómo el arte ha reflejado —y en ocasiones desafiado— los ideales de poder femenino en distintas épocas. En sus salas es posible observar a algunas de las mujeres más influyentes de su tiempo, cuyas historias quedaron relegadas durante siglos a un segundo plano, ocultas tras el prestigio de los artistas que las retrataron.

En las salas tenemos imágenes como el retrato de Isabel la Católica como mujer soberana, que reclamó y ejerció la corona de Castilla en su propio nombre, algo excepcional en su época. A pesar de las presiones para que su esposo, Fernando de Aragón, dominara también en Castilla, Isabel se aseguró de dejar claro desde el inicio que ella era la reina propietaria del trono, no solo consorte.
La estatua de bronce de María de Hungría realizada por Pompeo y Leo Leoni, donde podremos ver la propia imagen que la reina de Hungría, y luego gobernadora en los Países Bajos, fomentó de si misma. Con un libro de oraciones en la mano, vestida de viuda como devoción al marido fallecido, pero con la riqueza de los ropajes y los colores de la familia de los Austrias, ese negro del palo de campeche procedente de las colonias en América.
En la conocida como “sala de las reinas” del museo del Prado tenemos retratos como el de Isabel la Católica, Catalina de Austria reina de Portugal, o la emperatriz María de Austria. Entre ellas destaca Juana de Austria retratada por Antonio Moro. Mujer fundamental en el ambiento artístico español, fundadora del convento de las Descalzas en Madrid donde está enterrada. Y única mujer jesuita con el nombre de Mateo Sánchez.
El Museo Nacional del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo, con obras de artistas fundamentales para el arte occidental, Velázquez, Goya, el Greco, o Rubens, del que el museo conserva el mayor número de obras del mundo. Y en gran parte eso se debe a la figura monumental de Isabel Clara Eugenia, impulsora de la figura de Peter Paul Rubens en la corte de su sobrino Felipe IV. La archiduquesa comprendió perfectamente el uso político y propagandístico de la imagen artística entendiendo que Felipe IV necesitaba una figura como la del gran artista flamenco a su servicio.
El Museo del Prado no solo conserva obras maestras de la historia del arte, sino que también da testimonio del papel crucial que han desempeñado las mujeres poderosas en la construcción de imaginarios políticos, religiosos y culturales. A través de retratos, escenas mitológicas y representaciones simbólicas, estas figuras femeninas emergen no solo como musas o modelos, sino como protagonistas activas de su tiempo. Reconocer su presencia en el arte es también reconocer su influencia en la historia, y nos invita a mirar el pasado con una perspectiva más rica, crítica e inclusiva.