Ana María Gómez González, conocida como Maruja Mallo, fue una artista gallega polifacética que vivió una larga vida, siendo prueba de ello es su extensa y variada producción. Descubre su universo en la retrospectiva dedicada a la artista en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Pronto se sumergió en el panorama artístico madrileño, escenario de tertulias y congregaciones significativas en el ámbito cultural del país. Los círculos que frecuentaba le llevaron a entablar amistad con personas como Concha Méndez, Salvador Dalí, Federico García Lorca –entre otros– y a ganarse la admiración de figuras como José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna o Joaquín Torres García, teniendo lugar una influencia bidireccional en todos los casos.
Desde finales de los años veinte comenzó a exponer su obra en galerías y salones, contribuyendo a generar una gran presencia en el panorama artístico del momento. Fue una artista muy versátil, experimentando distintos estilos con los que plasmar sus ideas. En un primer momento, plasma la modernidad y sus gustos vanguardistas en una primera etapa donde vemos una fijación por el deporte –tópico que se repite en el Arte Nuevo–, a la vez que desarrolla en su pintura escenas populares en sus Verbenas, pues consideraba ambas temáticas elementos no excluyentes. Esta simbiosis entre aspectos tradicionales y vanguardistas no será una excepción llevada a cabo por la artista, sino que es una característica común que comparte su generación.
Durante su carrera observamos, como ya se ha mencionado, una producción muy variada, por lo que clasificar a la artista en una única corriente o estilo sería erróneo e iría en contra de la propia naturaleza dinámica de Mallo.
Desarrolló pinturas más oscuras en su serie Cloacas y Campanarios, se interesó por la geometría y las matemáticas en Arquitecturas, reflejó preocupaciones de carácter social en la Religión del Trabajo e incluso demostró un afán clasificatorio de corte científico, a la vez que un gusto por el dinamismo de la vida y lo universal, inspirados por su estancia en América del Sur en Naturalezas Vivas, Retratos Bidimensionales y Máscaras–temática que finalmente adaptará al plano cósmico en Moradores del Vacío y en Viajeros del Éter–.
Además, no solamente fue artista. También destacó por su trabajo de conferenciante, profesora, teórica del arte o misionera en las Misiones Pedagógicas, aunque quizá estas facetas se desconozcan más por su menor repercusión en la historiografía.
Tras el exilio con motivo de la Guerra Civil, como le ocurrió a gran parte de los artistas, tiene lugar un proceso de olvido respecto a su figura. No obstante, hubo intentos de recuperación de la artista. En primer lugar, ella misma trabajó y promovió su reinserción en el panorama artístico y tuvo una conciencia artística destacable, dejando constancia en documentos de su actividad. Y, por otra parte, destaca la importantísima labor de familiares, artistas, críticos, coleccionistas, periodistas e investigadores como Emilio Gómez González, Juan Manuel y Antonio Bonet, Lía Elena Elizalde o Estrella de Diego, entre muchos otros.
Este 2025, tras varias tentativas de realizar la retrospectiva definitiva de la artista para poder contemplar su obra de manera integral, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía cumple por fin el deseo de la artista expresado en 1994 al pintor Juan Martínez de la Colina: el de tener un catálogo razonado –presentado en 2021 en colaboración con la Fundación Azcona– y una gran retrospectiva en este museo.
Si quieres aprender más sobre la artista de la mano de una gran conocedora, en Voilàrt te ofrecemos una visita guiada por exposición cada miércoles por la tarde de la mano de Ana Belén Feijoo, historiadora del arte que, además, realizó su tesis doctoral sobre la artista. ¡No te lo pierdas!